viernes, 30 de mayo de 2008

BINISSALEM - FIRA DE LA PEDRA

Por "la profesora" Ivonetta, corresponsal en Mallorca.

Desde el 2004, como viene siendo habitual, se celebra anualmente en la villa de Binissalem la Feria de la Piedra y de la Artesanía, organizada por la agrupación Fira de Maig y en la cual se muestra al público asistente la representación de todas las empresas que forman parte del proceso de trabajo de la piedra (un oficio tradicional balear de importancia), como son los canteros, los colocadores y los marmolistas. Durante la jornada se hacen demostraciones de trabajos en piedra, rutas guiadas por las casas más simbólicas y, finalmente, se invita a todos los visitantes a una fideuada popular, gracias a la participación de varios restaurantes.

Historia del pueblo

Aún hoy, nombres de lugares como Biniali, Bunyola o Banyalbufar dejan entrever su fundación en la época árabe. Los musulmanes habían dividido Mallorca en 13 distritos cuya administración estaba organizada según un modelo unitario. Uno de estos distritos era la actual Binissalem y sus señores los Rubines, nombre que aún se conserva en una parte de la ciudad del vino.Tras la conquista cristiana en el año 1129, Jaime I dividió Mallorca entre su séquito y sus prestamistas. Su hijo, Jaime II, fundó en 1276 el reino de Mallorca y encargó a dos grandes terratenientes el agrupar en pueblos a la población que vivía esparcida por la isla. A ello se atribuye la fundación de Binissalem en el año 1300. En el año 1248 se edificó una parroquia, aunque los fundamentos de la iglesia actual datan del siglo XV. La iglesia domina aún hoy el paisaje general de Binissalem de una manera que ni su constructor, el arquitecto Bernat Febrer ni sus comitentes podrían haber imaginado ni en sueños a pesar de su creencia en la eternidad.La iglesia se terminó en el siglo XVII y está dedicada al patrón de Binissalem y a Nuestra Señora de la Asunción, habiendo sido construida con piedra de los alrededores cercanos. Los binissalamers tienen una secular tradición en todo tipo de cantería. Por ello la comunidad ha honrado a sus picapedrers, los canteros, con una estatua situada directamente delante de la iglesia.Las antiguas casas de Binissalem dan testimonio de la gran destreza de sus artesanos. Uno de los más hermosos ejemplos de su impresionante arte de construcción lo constituye Can Gelabert. Esta casa se distingue de las otras por sus frescos naturalistas en tonos pastel, de estilo pompeyanos y ha sido restaurada minuciosamente en los últimos años. En esta casa nació en 1916 Llorenç Moyá, quien escribió como dramaturgo importantes piezas de teatro.Moyá cultivó una gran amistad con Llorenç Villalonga, que se había instalado en Binissalem como médico. Este instruido psiquiatra logró entrar en el mundo de la literatura mundial con su novela Mort de Dama, mientras que su novela Bearn fue llevada al cine empleando como plató el pueblo de Orient.El ayuntamiento de Binissalem, con sus alrededor de 5.000 habitantes , constituye con otros 10 ayuntamientos la Mancomunidad Raiguer. Esta agrupación comarcal, cuya ciudad más grande es Inca, gestiona sobre todo el trabajo de lobby y una política común. La industria del calzado y del cuero son, junto con las distintas manufacturas artesanales, el apoyo económico principal de estas regiones aunque, y a pesar de los ingresos en descenso, se sigue practicando la agricultura tradicional.Binissalem ha ganado en las últimas décadas un notable auge como ciudad vinícola. Cuando a finales de septiembre tiene lugar la fiesta del vermar, la cosecha, la ciudad se llena de visitantes de toda Mallorca. El aumento constante de la calidad del vino tinto de las antiguas bodegas es observado desde hace tiempo en la Península. En verdad no tienen nada que temer los tintos de Binissalem frente a los Riojas o los tintos de Navarra en los segmentos de precios medios.Por otra parte algunos amantes del vino se entusiasman por el romanticismo de Binissalem cuando por la tarde el sol poniente hace resplandecer los picos cercanos de la Serra de Tramuntana con una luz cuyo esplendor de matices no podría ser recogido por ningún fotógrafo o pintor en un cuadro.

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